Quien Fué Cuenca, Mártir De La Batalla De Caseros Y Calle Principal De Villa Del Parque
Una de las calles principales de Villa del Parque lleva el apellido de Claudio Mamerto Cuenca, quien fue este personaje que se cambió el nombre en el mil ochocientos.
Hijo de Don Justo Casimiro Cuenca y de Doña Lucía Calvo, nace el 3 de octubre de 1812. Su verdadero nombre era Claudio José del Corazón de Jesús y no se sabe por qué razón lo cambió por el de Claudio Mamerto. Hizo sus primeras letras en la casa parroquial para ingresar a los 16 años en el Colegio San Carlos, que era dirigida por los Jesuitas y funcionaba junto al templo de San Ignacio. Excelente alumno, se recibió de Bachiller con notas sobresalientes y cuatro años más tarde ingresaba al Departamento Médico de la Universidad de Buenos Aires.
Terminó sus estudios en 1839, y al año siguiente, fue nombrado profesor de Anatomía y Fisiología. Cuando el doctor Ventura Bosch partió para Europa, en la terna de profesionales que podían sucederle figuró en segundo lugar, Juan Manuel de Rosas lo prefirió y el Dr. Cuenca se puso al lado del dictador.
En 1851, fue designado Cirujano Mayor del Ejército. Sin prejuicio de ello, desarrollaba en la Universidad de Buenos Aires las cátedras de anatomía, fisiología, materia médica y cirugía.
La otrora alegría porteña se vio ensombrecida por la desconfianza y el miedo. El chisme y la calumnia eran moneda corriente y hasta un gesto ponía en peligro al más inocente, ante los ojos del que quería descubrir en él a un salvaje unitario. No obstante, Cuenca prefirió quedarse haciendo uso de la hipocresía y la simulación. El cumplimiento del deber lo obligó a servir al tirano y a sus tropas y en la íntima penumbra de la noche, a la luz de un candil, cultivaba las letras.
Compuso epigramas, idilios, madrigales, comedias, dramas, etc. Y así, convertido en médico personal y cirujano mayor del ejército de Rosas, volcando en sus poemas sus verdaderos sentimientos -poemas que llevaba permanentemente en un maletín que no se desprendía de el ni para dormir, pues muchas veces lo utilizaba como almohada- encontró la muerte el 3 de febrero de 1852.
Al término de la Batalla de Caseros queda un bastión: El Palomar. Se encomienda entonces al general César Díaz que atacara. “Desde lo alto del mirador, -escribe cien años después el Dr. Corbella- los jefes del Palomar, junto a los que se encontraba Cuenca, miden la situación y, al comprobar la gran desventaja numérica, resuelven capitular. Se enarbola la bandera blanca y cesa el fuego. Cuenca se dirige a su improvisado hospital levantado a cielo abierto y reanuda las tareas de restañar heridas, con gran sorpresa siente una descarga cerrada de fusilería”.
“La soldadesca de Rosas, haciendo caso omiso de la rendición esperó la llegada -con fines de parlamentar- de un pelotón de las tropas vencedoras y al entrar éstas les hacen fuego a quemarropa. Disipado el humo se vio el tendal en el suelo. Lo que ocurrió minutos después es inenarrable. Mientras los clarines sonaban ¡A degüello! se vio a las tropas de Urquiza avanzar y meterse sus soldados por todos los rincones masacrando a los moradores. El doctor Cuenca, sin perder la serenidad, desarmado y exhibiendo las hilas en la mano, intentó dirigirse al jefe de la tropa asaltante, Comandante Pallejas y, al parecer, se dio a conocer y pidió protección para sus heridos. Por toda respuesta recibió varios golpes de sable; de una estocada fue atravesado y al minuto cayó exánime sobre el pavimento“.
Así murió el mártir de Caseros. Médico, militar y poeta, el Dr. Claudio Mamerto Cuenca, nos legó la herencia de su temple, la prosa de sus versos en sus reveladas composiciones siendo la más conocida“Delirios del Corazón” que consta de más de dos mil versos. Sin duda alguna, la arteria más luminosa, concurrida y florida de nuestras calles lleva su benemérito nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario